Ayer vinieron los bomberos.

Ayer, sobre las ocho y media 9, sonó la alarma de incendio en mi edificio. Como algunas veces ocurre, los vecinos salimos a ver qué pasa y en todas las veces es que la alarma se ha disparado sola. Pero ayer no fue así. Al salir al rellano y mirar a través de los cristales que dan a un patio, se veían unas pequeñas llamas. En ese momento, mi madre dijo que nos teníamos que vestir y salir de allí, así que mi padre y yo le hicimos caso, nos vestimos y bajamos para abajo donde había algunos vecinos.

Al bajar vimos tres camiones de bomberos que se paraban en frente del edificio, una ambulancia y la policía cortando el paso al tráfico. (Al vecino que llamó a los bomberos le preguntaron cuantos pisos había, y supongo que al decir dieciocho se alarmaron un poco).

Al final no pasó nada grave, lo que preocupaba es que cerca de donde se originó el fuego estaban las tuberías del gas y algunos cables. Cerraron el gas y algunos cables se quemaron. Además nos dijeron que lo habíamos hecho mal, que si había fuego, todo el mundo se tenía que quedar en sus casas, menos el que vivía en el piso del fuego. Pero ahí quedo todo.

Lo fuerte es cuando nos enteramos porqué se había encendido el fuego. La causa fue una colilla que alguien tiro por el patio, en vez de apagarla en unos maravillosos platos pequeños llamados ceniceros. No se sabe quién fue (además ese patio se comparte con otro piso), ni se sabrá, pero sólo espero que la próxima vez que a esa persona le apetezca tirar cigarros por la ventana, antes los apague con su culo. Gracias.


Hoy ha vuelto a sonar a las tantas de la noche, pero no ha pasado nada. Se ve que la alarma esta sensible (igual que los vecinos) y se ha disparado.
¡Qué vergüenza al salir al rellano para ver qué pasaba! Esto ya era aquí no hay quien viva. Todo los vecinos saliendo con pijama (y yo encima con media mandarina en la mano, por favor…) por si había fuego otra vez. Pero no, ¡falsa alarma!